Su primer acercamiento a la pintura fue en la década de los años sesenta, cuando inició su carrera artística, con el apoyo de los pintores Antonio Alvarado y Mario Calvit. En 1973 realizó su primera exposición individual en la sala del Instituto Panameño de Arte, hoy Museo de Arte Contemporáneo de Panamá.
Su obra fue consecuentemente abstracta, rica en expresión, pintada con colores marrones, grises y blancos en búsqueda de la representación de la luz, con formas realizadas con collage creando texturas superpuestas sobre planos lisos.
Con la experiencia, su obra va evolucionando del abstracto al paisaje de coloridas arboledas y caminos sin final, en que empleó una paleta de colores fuertes y vibrantes de contraste de verdes, naranjas y amarillos.
Teresa Icaza fue incansable en aprender en mejorar cada vez su técnica, y llegó a tener un gran dominio en el empleo de las veladuras, las cuales están presentes en casi todas sus obras y que fueron creadas con papel translucido de colores, pegados sobre la tela siendo una experta del collage.
Fue una mujer disciplinada y decidida, que en tiempos difíciles para ella, encontró siempre en los pinceles el sendero de la comunicación.
Sus obras forman parte de colecciones como la del Museo de Arte de las Américas en Washington, D.C., y en colecciones públicas y privadas tanto en Panamá como en el extranjero.
Sin título (2005)
